J.Carlos Bermejo, Humanizar el sufrimento y el morir, PPC, Boadilla del Monte (Madrid), 2010, pp.124
Resulta evidente que, al igual que se necesita una cultura de la vida, también se requiere una cultura del morir. No solo hemos de promover un desarrollo del ser humano que ejerce el arte galeno y del enfermo que lo necesita. El paradigma biologicista en el que todos nos solemos mover, donde la salud no pas de ser considerata como el buen funcionamiento de los órganos de nuestro cuerpo, ha de ser superado. Nuestro empeño por trambajar por la vida ha de ser revisado y contrastado con la humilde constatación de que somos eso: seres humano, limitados, destinados también a morir. Y no es esta una mala notizia.
En esteas página se hace un diagnóstico – provisional, cómo no – del mundo de la salud, de la medicina y del acompañamiento pastoral. Es un diagnóstico crítico, per también propositivo. Ese enfermo llamado cultura sanitaria se puede sanar; está enfermo porque todos tenemos hábitos no saludables, porque lo enfermamos, aunque luego seamos tristes víctimas suyas. No se trata de hacer una crítica a los profesionales de la salud, sino un análisis del corazón humano que anhela la salud y, equicocadamente, construye un mundo enfermo con el modo de situarse ante la limitación de nuestra condición.
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